sábado, 19 de octubre de 2013

Primera etapa: Santiago de Cuba, 17 de abril



Si digo que el primer día en Cuba disfruté, mentiría. La foto que nunca tiré fue la de las cruces de la catedral arrancadas de cuajo por el huracán Sandy, así que sólo os queda imaginarla. Estaba demasiado preocupada pensando en que me podían robar la cámara y no me atreví a sacarla de la mochila. Y es que Santiago de Cuba me agobió; no sé cómo Isma no me dejó en la puerta del hotel y se fue solo.

Fue llegar y un calor terrible, una ciudad sin sombras, todo el mundo en la calle a las tres de la tarde, como si no hubiera mañana. La gente nos pedía pasta de dientes, cepillos, jabón... Nos pedían hasta las botellas de agua vacías. Y tú llevas una réflex a la espalda y te sientes mal. Y mi blanco nuclear no te lo quita nadie, así que asumes que vas dando el cante por cada esquina, sales del hotel y ya tienes escolta. Y es que el cubano tiene mucho tiempo libre. Nos lo decía uno: "Pero allá en España dicen que si faltas un día a trabajar no te pagan y el jefe se enoja. ¿Cómo es eso? ¡Yo si no voy un día a trabajar no hay problema!" Mirando atrás, ya no sé si es que en Cuba no pasa nada o es que hay muchos cubanos sin trabajo, que también.

Nuestro plan era recorrer la isla de punta a punta, desde Santiago hasta la Habana, pasando por cuantos más pueblos mejor. No sabíamos cómo serían las carreteras, si nos daría tiempo a hacer nuestra ruta ni tampoco cómo cambiar una rueda si pinchábamos. Por suerte, nos topamos con muchas más historias de las que esperábamos, pero eso poco a poco.

Como decía, salimos del hotel y ya teníamos a un tío que nos siguió por todo Santiago los dos días que pasamos allí. Quería ser nuestro guía y como no le hacíamos caso aparecía por la otra punta de la ciudad a ver si ya habíamos cambiado de opinión y le contratábamos. El tío era pesado, pero pesado de verdad. Cuando nos encontraba nos decía: habéis estado aquí, aquí y aquí. Y yo me acojonaba porque el tío nos seguía de verdad. Pero cuando te dan una botellita de aceite si llevas a dos turistas a comer a un restaurante y no tienes otra forma de conseguirlo entiendo que te lo curres. #lapicarescaespañola

Entramos a un agropecuario (supermercado) a comprar agua y se nos vino el alma al suelo. Desabastecimiento no es la palabra, la palabra es diferencia de clases: en Cuba NADIE se muere de hambre, pero por mucha vaca que haya en la isla, la gente solo prueba el cerdo y los frijoles de la cartilla de racionamiento, mientras miembros del gobierno conducen coches que ya los quisiera mi jefe. El kilo de filete de res supone la mitad del sueldo de un mes. ¿Quién la come entonces? Había una tienda por la Avenida de las Américas, una auténtica crueldad en mitad de Santiago, en la que podías encontrar pasta, agua embotellada (a precio de gasolina), algo de carne, salsa de tomate... y un microondas. La gente miraba el microondas como Antonio Alcántara miraba los coches cuando no tenía ninguno...

La ciudad de Santiago, melacólica y bulliciosa, necesita un buen repaso. Cierto es que Sandy la machacó, pero está bastante olvidada. Imposible estar en Santiago y no bajar por el Paseo Martí en dirección al cementerio de Santa Ifigenia, donde tantos héroes nacionales yacen enterrados. Propaganda del régimen, sí, aunque impone.



De vuelta por el arcén de la carretera, cruzándonos con carros tirados por animales y campesinos a caballo, nos topamos con la barriada del Reparto Juan García Gómez. Lo de que todos los cubanos tienen casa es cierto, pero no sé cómo llamar a estas.







Por suerte los cubamos no tienen de nada, pero "el cubano resuelve". Resolver viene a significar que sacan de donde no hay y acaban encontrando solución a cualquier problema con ingenio, positivismo y buen humor. Y si no tienen algo lo piden y otro cubano se lo presta o conmuta (intercambia). Por eso tantísimos cubanos nos pidieron ser sus guías y enseñarnos la ciudad, y llevarnos donde no nos iba a llevar nadie, y descubrirnos los mejores paladares (escasos restaurantes que no son del Estado y han conseguido una licencia de apertura) o recomendarnos dormir a una casa "particular", que no es otra cosa que el eufemismo de pensión privada, que el término privado no se estila en estos lares.

Los amarillos, guardias que controlan el autostop. El transporte colectivo es el más extendido en Cuba debido a la escasez de autos. Por unos pocos pesos, la camioneta cargada de gente que viaja de pie te acerca a tu destino

De Santiago me quedo con el shock inicial, los contrastes de colores y la piel de esta gente curtida en la fatiga. Os dejo unas fotos de un partido de béisbol en mitad de la ciudad. Si Cuba es una potencia en deporte no es casualidad... Los países comunistas siempre nos ganan en esto, bastante inteligentes por cierto combatiendo la escasez de recursos sanitarios con la prevención en enfermedades gracias al ejercicio. Aunque ni en el campo te olvidas de "la lucha".





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