martes, 29 de octubre de 2013

Segunda etapa: Santiago de Cuba, 18 abril 2013




Santiago es grande, pero en día y medio nos dimos cuenta de que éramos los únicos turistas españoles en la ciudad: algún blanquito nórdico y nosotros. Con cambiar dinero y encontrar el coche de alquiler me daba por satisfecha, así que tiramos hacia la CADECA (casa de cambio) pero estaba cerrada.

Creo que Cuba es el único país del mundo en el que se emiten dos monedas: el peso cubano, que es la moneda corriente de la isla, y el CUC (seusé, aunque yo me tirase tres días pronunciando cuc y no entendiese por qué me miraban raro). Este es el invento para sacarnos los cuartos a los turistas y freír el higadillo a los locales. El tema es que hay productos que un cubano sólo puede comprar con CUCs, así que sudan tinta para ahorrarlos y siempre te van a pedir si les puedes dar una monedita, que viene a costar cinco veces más que su moneda nacional. "One dollar lady" fue lo qué más escuché mientras lucía mi blanqueamiento de piernas y me daban por australiana.

La moneda nacional con el famoso billete del Ché (segundo por la izquierda)

Después de esperar un buen rato conseguimos cambiar en la CADECA del meliá (allí no hay competencia y los precios son los mismos en todo el país). Fuimos a una oficina a recoger el coche de alquiler pero estaba cerrada y cuando el chico llegó nos dijo que era al otro lado de la calle. Nos encontramos dos locales, uno cerrado y otro abierto y vacío. Ni cristo estaba allí aunque fueran más de las once de la mañana, así que dos cubanos que nos vieron con pinta de perdidos se acoplaron y nos contaron que con 22 años ya tenían varias boquitas que alimentar, que les hacía falta material escolar, que los niños empezaban el curso y en el cole les daban dos cuadernos, una gomita, un lápiz y a correr. Nos recomendaron pasar por otra oficina y aún así todavía tuvimos que ir a otra más donde el cubano-funcionario veía el telediario de televisión española por la parabólica.

Mí-no-entender, pensaréis, si en Cuba no hay libertad de prensa. Ajá. Pero el cubano se entera de todo: los turistas siempre llevan revistas escondidas, les encanta El País Semanal y a Zapatero le tienen encumbrado mientras que a Rajoy no le pueden ni ver. Sabían más de la crisis en España que yo, aunque a su manera.

Anyway. Como imagináis mi psicosis del primer día continuaba, pero todo pasó a un segundo plano en el momento en el que nos cruzamos con un tío que llevaba una cabra en una tote bag. No me refiero a una bolsa con el dibujo de una cabra, sino a una cabra metida en una bolsa debajo del brazo, como las señoras de Serrano con el caniche pero versión rural.

Un país bloqueado por Estados Unidos donde se vende tabaco Hollywood. Cuba es así

Además de coolhunters, los cubanos son la ostia de comerciales. ¿No te digo que nos paraban cada cincuenta metros para llevarnos a cualquier lado? Era escucharnos hablar castellano y para romper el hielo te preguntaban si del madrid o del barça. En un intento por relajarme le dije a Isma que por favor no dijera que éramos de Madrid, sino de Vallekas, que eso no lo iba a conocer nadie y como mucho pensarían que éramos vascos. Pasa el primer cubano, metro ochenta lo menos, nos pregunta, decimos que somos de Vallekas y el amigo nos suelta: "Aaaandaaaa, de Vallekas! ¡Muuuuchacho que alegría, yo tengo un primo que tiene un bar en Vallekas, al ladito de la avenida de la Albufera, donde el estadio del Rayo Vallekano!" Muertica me quedé. Invitándonos por adelantado a un mojito en el bar de su primo, nos pidió que le buscásemos y que le diésemos el siguiente mensaje (escrito en la cajetilla de Hollywood):

"Disco Val Ache (el nombre del garito). Ismael Daroma (el primo que está en Vallekas). De palte de Zeus (el de Santiago). Recuerda el teléfono móbil. Salud, Salud, Salud"

No había muchos españoles en Santiago, así que otro de los que llevaba la antena puesta nos escuchó en la plaza de la Catedral y se acercó: "Yo a ti te conozco", le dijo a Isma. "Ustedes llegaron anoche al aeropuerto. Yo era el guardia del cocker que les olía el equipaje por si eran vascos y traían droga". ¡Cooñoooooo que nos siguen! Mira que yo no me acordaba de él ni había cockers en el aeropuerto, eran otras razas, pero el tío sabía que habíamos llegado ayer.

Lo que fuese le funcionó porque estuvimos sentados con él como una hora. Y mentira no era; nos tuvieron retenidos un rato haciéndonos preguntas como que por qué llevábamos tanto equipaje (en realidad sólo dos eran nuestras porque las otras llevaban ropa, medicinas y material que nos dieron amigos y familia y que si descubrían se quedaban), que si llevábamos cosas para dar, que si teníamos amigos en la isla, que dónde nos íbamos a hospedar y cuánto tiempo nos quedábamos. Y por supuesto, que si éramos vascos y llevábamos drogas. Manda cojones.

La verdad es que este tío era un amor. Nos hablaba sin tapujos sobre el régimen, nos avisó cuando llegó la gobernadora de Santiago en un coche que lo flipas, y nos contó sobre los containers de la hija de Fidel Castro que llegaban llenos de ropa comprada en Italia. Verdad o mentira, bastaron 24 horas para confirmar que al tándem Fidel-Raúl no lo quiere nadie.

Os dejo con algunas fotos de la Carretera Central, la columna vertebral que cruza Cuba, camino a Guardalavaca. Aquí empiezan 1200 kilómetros de viaje sin nada más que verde a los lados.












sábado, 19 de octubre de 2013

Primera etapa: Santiago de Cuba, 17 de abril



Si digo que el primer día en Cuba disfruté, mentiría. La foto que nunca tiré fue la de las cruces de la catedral arrancadas de cuajo por el huracán Sandy, así que sólo os queda imaginarla. Estaba demasiado preocupada pensando en que me podían robar la cámara y no me atreví a sacarla de la mochila. Y es que Santiago de Cuba me agobió; no sé cómo Isma no me dejó en la puerta del hotel y se fue solo.

Fue llegar y un calor terrible, una ciudad sin sombras, todo el mundo en la calle a las tres de la tarde, como si no hubiera mañana. La gente nos pedía pasta de dientes, cepillos, jabón... Nos pedían hasta las botellas de agua vacías. Y tú llevas una réflex a la espalda y te sientes mal. Y mi blanco nuclear no te lo quita nadie, así que asumes que vas dando el cante por cada esquina, sales del hotel y ya tienes escolta. Y es que el cubano tiene mucho tiempo libre. Nos lo decía uno: "Pero allá en España dicen que si faltas un día a trabajar no te pagan y el jefe se enoja. ¿Cómo es eso? ¡Yo si no voy un día a trabajar no hay problema!" Mirando atrás, ya no sé si es que en Cuba no pasa nada o es que hay muchos cubanos sin trabajo, que también.

Nuestro plan era recorrer la isla de punta a punta, desde Santiago hasta la Habana, pasando por cuantos más pueblos mejor. No sabíamos cómo serían las carreteras, si nos daría tiempo a hacer nuestra ruta ni tampoco cómo cambiar una rueda si pinchábamos. Por suerte, nos topamos con muchas más historias de las que esperábamos, pero eso poco a poco.

Como decía, salimos del hotel y ya teníamos a un tío que nos siguió por todo Santiago los dos días que pasamos allí. Quería ser nuestro guía y como no le hacíamos caso aparecía por la otra punta de la ciudad a ver si ya habíamos cambiado de opinión y le contratábamos. El tío era pesado, pero pesado de verdad. Cuando nos encontraba nos decía: habéis estado aquí, aquí y aquí. Y yo me acojonaba porque el tío nos seguía de verdad. Pero cuando te dan una botellita de aceite si llevas a dos turistas a comer a un restaurante y no tienes otra forma de conseguirlo entiendo que te lo curres. #lapicarescaespañola

Entramos a un agropecuario (supermercado) a comprar agua y se nos vino el alma al suelo. Desabastecimiento no es la palabra, la palabra es diferencia de clases: en Cuba NADIE se muere de hambre, pero por mucha vaca que haya en la isla, la gente solo prueba el cerdo y los frijoles de la cartilla de racionamiento, mientras miembros del gobierno conducen coches que ya los quisiera mi jefe. El kilo de filete de res supone la mitad del sueldo de un mes. ¿Quién la come entonces? Había una tienda por la Avenida de las Américas, una auténtica crueldad en mitad de Santiago, en la que podías encontrar pasta, agua embotellada (a precio de gasolina), algo de carne, salsa de tomate... y un microondas. La gente miraba el microondas como Antonio Alcántara miraba los coches cuando no tenía ninguno...

La ciudad de Santiago, melacólica y bulliciosa, necesita un buen repaso. Cierto es que Sandy la machacó, pero está bastante olvidada. Imposible estar en Santiago y no bajar por el Paseo Martí en dirección al cementerio de Santa Ifigenia, donde tantos héroes nacionales yacen enterrados. Propaganda del régimen, sí, aunque impone.



De vuelta por el arcén de la carretera, cruzándonos con carros tirados por animales y campesinos a caballo, nos topamos con la barriada del Reparto Juan García Gómez. Lo de que todos los cubanos tienen casa es cierto, pero no sé cómo llamar a estas.







Por suerte los cubamos no tienen de nada, pero "el cubano resuelve". Resolver viene a significar que sacan de donde no hay y acaban encontrando solución a cualquier problema con ingenio, positivismo y buen humor. Y si no tienen algo lo piden y otro cubano se lo presta o conmuta (intercambia). Por eso tantísimos cubanos nos pidieron ser sus guías y enseñarnos la ciudad, y llevarnos donde no nos iba a llevar nadie, y descubrirnos los mejores paladares (escasos restaurantes que no son del Estado y han conseguido una licencia de apertura) o recomendarnos dormir a una casa "particular", que no es otra cosa que el eufemismo de pensión privada, que el término privado no se estila en estos lares.

Los amarillos, guardias que controlan el autostop. El transporte colectivo es el más extendido en Cuba debido a la escasez de autos. Por unos pocos pesos, la camioneta cargada de gente que viaja de pie te acerca a tu destino

De Santiago me quedo con el shock inicial, los contrastes de colores y la piel de esta gente curtida en la fatiga. Os dejo unas fotos de un partido de béisbol en mitad de la ciudad. Si Cuba es una potencia en deporte no es casualidad... Los países comunistas siempre nos ganan en esto, bastante inteligentes por cierto combatiendo la escasez de recursos sanitarios con la prevención en enfermedades gracias al ejercicio. Aunque ni en el campo te olvidas de "la lucha".